El Rey y yo

¡Bendito sea el instante en mi vida donde ante tus ojos fue prendida el alma mía!      

Francesco Petrarca, poeta italiano

Escribe: Alberto Orellana Aragón

albertoorellana@miamigoldeportes.com

¡El bobo soy yo! …Frente a la hoja en blanco arde un deseo: ser Neruda para escribir los versos más hermosos y estar a la altura de la luz de tu juego. Y poder decir a los cuatro vientos que Messi es una estrella …pero el fugaz soy yo. Quiero la palabra más estruendosa, colocar el más sabio adjetivo calificativo que te mereces o el sustantivo preciso que defina tu magia, pero me descubro analfabeto ante tu milagro. Entonces me lanzo a los diccionarios, nado en mares de sinónimos en busca del vocablo perdido que traduzca tu despliegue generoso en el campo, pero me ahogo en tu inmensidad. Sueño con plagiar a Cervantes para narrar las aventuras de mi ingenioso hidalgo rosarino. Poseer la voz de Shakespeare para erigir estrofas por cada gol tuyo. Robar un verso a Bécquer y susurrarte: ¡Poesía eres tú, Lionel! Pero no puedo, la impotencia prende de mis manos y dedos. ¿Cómo no sentirse pequeño al hablar de un dios del balón? ¡Bobo soy! ¡Levanto la cabeza e imploro al cielo que me deje ver que hay detrás de la luz que me ciega!

¡Bendita sea la luz!… ¡Bendito sea el año, el mes, el día y el instante en que mis ojos se posaron en ti! Fue en el verano 1997, en aquel campeonato infantil Copa de la Amistad, en Perú. Tú, apenas un niño de diez años, vestías la camiseta de Newells Olds Boys; y yo con veintisiete, ocultaba mi asombro bajo el chaleco de reportero. ¡Bendita sea mi memoria que aún guarda aquel prodigio! En un solo partido anotaste 10 goles y la voz de la tribuna te llamó Oliver Atom, como salido de la leyenda animada de los Supercampeones… ¡Bendito sea el tiempo, las estaciones que pasaron, las horas que corrieron hasta encontrarnos de nuevo! Tú y yo, en el verano del 2025. Ya no eras el niño frágil, sino el hombre maduro que vestía de rosa con el Inter Miami, en aquel amistoso frente a Universitario de Deportes, en Lima, cuando fui a verte por última vez, ya luciendo el cetro y la corona de monarca Campeón del Mundo… ¡Bendito sea el lenguaje, las palabras y Miami Gol Deportes que me concede la honra de contarles a los lectores lo que ya saben: como un niño flaquito y bajito se convirtió en el mejor futbolista de la historia!

¡A quién quiero engañar! …Quiero hablar de Messi, de su vida, de su legado y siempre termino hablando de mí, de mis emociones que no saben quedarse calladas, del hincha que habita en mi pecho. Intento quitarme la camiseta de la devoción, desgarrar mi piel de todo fanatismo impropio, pero termino desnudando mi alma matinal. Y no me importa porque mi mayor alegría es haber seguido toda tu trayectoria. De Rosario a Barcelona, de Barcelona a París, de París a Miami. Allí donde pisaste las ciudades quedaron marcadas para siempre. Partido a partido, gol a gol, declaración tras declaración, Balones de Oro tras Balones de Oro, Lío tras Lío. Comparaciones con Cristianos y protestantes. También te vi molestarte, llorar, frustrarte, pero jamás pegar, jamás perder la compostura, jamás pronunciar una palabra que no fuera digna de lo que eres y significas para el mundo: Todo.

Siempre puro e incontaminado… El mundo te rodeaMessi, te presiona, te marca, te pecha, te respira encima como un rival implacable. Todos te quieren, te disputan y te acosan: los hinchas, los clubes de fans, los publicistas, los empresarios, los políticos, los cazadores de fotos, videos y autógrafos. Los estadios se llenan para adorarte. Los periodistas luchan por una exclusiva. Los admiradores van tras tu camiseta, tu firma, un abrazo o tan solo un saludo. Tu rostro está en los carteles publicitarios de todo el mundo, la televisión no se cansa de repetir tus goles, tus jugadas. Se hacen comerciales, documentales de tu vida y hasta películas. Sacan libros, revistas, periódicos y medios digitales que te muestran en portada. Te llueven infinidad de propuestas, entregas de premios, invitaciones a programas e inauguraciones, entrevistas y homenajes. Mucho dinero se hace en torno tuyo. Y tú, Lionel, siempre ahí, impasible de todo ruido, aislado de todo, como si no fueras merecedor de nada. Demostrando que la fama, esa que roba los sueños y corrompe almas, no puede tocar la tuya. El mundo es de Messi, se mueve con Messi. Y tú, ahí, siempre puro, incontaminado. Con una sonrisa natural, traviesa, inocente. ¡Es el verdadero triunfo del ser humano!

La teoría de la evolución… Su carrera es un viaje contra lo imposible, una escalada donde los números, las marcas y los récords cayeron como muros de arena. Nadie en la historia del juego habitó tanto tiempo en la cima ni prolongó el fulgor de su reinado hasta rozar lo eterno. A los treinta y tantos años, edad en que el tiempo dicta retirada, él se alzó hacia la estratósfera donde solo respiran los elegidos. Ni Maradona, ni Pelé alcanzaron ese milagro de levantar una copa del mundo a los 36 años. Messi sí, porque nunca cedió al desgaste, porque nunca se rindió ante la fatiga ni ante la presión. Su grandeza no es solo el balón: es la obstinación del hombre que desafía al destino. Por eso su nombre se pronuncia en la misma sala donde resuenan los ecos de los intocables: Tiger en el milimétrico golf, Jordan en el aire suspendido del básquet. Phelps como criatura anfibia en las aguas, Schumacher domando y rompiendo la velocidad, Alí danzando en el cuadrilátero y Nadia Comaneci volviendo divino lo humano. Y ahora Messi los acompaña: todos ellos habitantes de lo imposible. ¿Cuántas generaciones deberán nacer y morir para que surja otro Lionel? ¿Alcanzarán los que leen hoy estas líneas completar un nuevo Messi? Soy consciente que no bastará la vida que me queda para ser testigo de la segunda llegada del Cristo del fútbol. Aunque sea el último dolor que le cause a mi alma apasionada, y estos sean los últimos versos que yo le escriba. ¡Qué viva el Rey! ¡Qué viva la pluma que escriba del Rey!  ¡Qué viva el Fútbol!

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